La temporada invernal que se presenta en Quito solo reveló algo que para todos era muy conocido. Frente a la terminal terrestre de Carcelén, en el norte de la capital, alrededor de 70 personas sobrevivían bajo improvisadas carpas de plástico, sobre colchones podridos colocados directamente sobre el piso de tierra.

Hacinamiento, enfermedades, niños en sus primeros años, mujeres embarazadas, personas con alguna discapacidad. Ese es el retrato solo de una parte de más de 200.000 venezolanos que decidieron quedarse en nuestro país tras huir de la peor crisis económica y humanitaria que vive Venezuela, que hasta no más de tres lustros, era una de las economías más sólidas del continente.

El fin de semana se hizo lo que debió ocurrir mucho antes, porque se supone que ese campamento estuvo allí seis meses y formaba parte de un paisaje triste y desolador. Finalmente, con poca resistencia, todos los migrantes venezolanos fueron llevados a refugios o albergues con mejores instalaciones y condiciones adecuadas de salubridad.

El Gobierno Nacional trabajó dentro de sus competencias cuando organizó los corredores humanitarios para facilitar el traslado de personas desde que entraban al país por la frontera con Colombia, hasta llegar a Perú para que continúen su éxodo hasta el sur del continente. La oficina de seguridad del Municipio de Quito también cumplió sus funciones y facilitó el traslado hacia nuevos refugios.

Ecuador y otros países que se caracterizan por su solidaridad han cumplido con su trabajo humanitario, pero los venezolanos siguen arribando al país sin que hasta ahora el problema se aborde seriamente a escala mundial. Los ojos están puestos en millares de hondureños y centroamericanos que intentan ingresar a Estados Unidos y parecería que los organismos internacionales y humanitarios tuvieran sus ojos cerrados para mirar hacia el sur.

A pesar de que el traslado a los refugios se produjo sin violencia, lo cual es muy positivo, los informes de los medios locales mostraron todo el drama y la crisis humanitaria concentrada en unos pocos metros cuadrados. (O)