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Nadie puede sostener que Ecuador buscó brindar asilo a Julian Assange y a Edward Snowden (aunque hay algunos que dicen que se hizo, en ambos casos, como cortina de humo a la reacción de la aprobación de la Ley de Comunicación).
Y como es así, las autoridades de nuestro país tienen la obligación de tomar la decisión más soberana y responsable. Eso implica mucho y tiene connotaciones históricas. En los anales de la historia, estos dos hechos constituirán un capítulo especial.
Más allá de las implicaciones coyunturales (que son las que gustan comentar quienes no miden la profundidad del hecho), Ecuador ha asumido una clara posición de defensa de principios y doctrinas propias, no de mercados ni negocios, y mucho menos de bases militares.