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El balance indica que es una de las peores tragedias ocurridas en las últimas décadas. El terremoto del sábado fue más fuerte que el de Ambato en 1949, el de 1987 que afectó a la zona nororiental del país y el de Bahía de Caráquez de 1998. Cada una con sus propias estadísticas de víctimas y daños materiales, pero todas ellas con un impacto concreto en un tiempo puntual.
Lo de este sábado en Pedernales y en la provincia de Manabí todavía no está cuantificado, pero en esta hora lo más importante es trabajar en conjunto, con inteligencia, ternura y mucha solidaridad. Arranca la hora de la reconstrucción, de la ayuda desinteresada y de la coordinación interinstitucional más planificada. Todos los pueblos y ciudades afectadas se podrán rehabilitar, pero ahora lo fundamental es atender a las víctimas, a las familias que se quedan sin vivienda y a quienes requieran ayuda sicológica.
Desterremos los afanes proselitistas y protagonismos políticos fatuos. Es la hora de la mayor unidad y solidaridad, entereza y sabiduría. Vamos a trabajar todos para superar este momento y en beneficio del bienestar común. (O)