De todo lo expresado por las autoridades y/o voceros de EE.UU. sobre la política de esa nación respecto al caso Edward Snowden hay una sola conclusión: ese país tiene ante sí un dilema o encrucijada históricos.
Y aquello se concentra en demostrar al mundo que no viola los derechos humanos de los ciudadanos del planeta ni de su propio territorio. Pero a la vez, cómo va a garantizar que todo su aparato de seguridad y espionaje se sostenga sobre las tesis y apostolados de respeto a la libertad y a la defensa de los derechos humanos.
Tarea difícil y, sobre todo, muy política para sus actuales autoridades. ¿Quizá en 20 o 50 años, cuando hablemos de este tema, podríamos decir que Julian Assange y Edward Snowden hicieron mucho más para derrumbar la hegemonía estadounidense que la URSS?