Los últimos 30 años del Ecuador han estado marcados por un vertiginoso devenir de acontecimientos políticos, unos más intensos que otros, que han configurado un panorama complejo y hasta controvertido. Y entre 1992 y 2005 se desataron todas las contradicciones sociales, los desencuentros corporativos, las crisis institucionales y también las caídas de presidentes en medio de convulsiones a veces traumáticas.
En medio de ese vértigo, varios hechos se eclipsaron por el siguiente y así, sucesivamente, quedaron grandes agujeros sin explicar y menos por conocerse a profundidad. Uno de aquellos hechos polémicos y controvertidos en toda su magnitud fue el juicio penal al ex vicepresidente Alberto Dahik, tras el juicio político del que salió inocente. Y sobre ello hay mucho que todavía no se ha dicho, pero sobre todo mucho que alguna prensa -aquellos medios que se declaran independientes y destacan su supuesta ética para obedecer solo a sus lectores y audiencias- no ha publicado. En otras palabras: de la salida, exilio y juicio por los llamados gastos reservados, el país entero demanda una profunda reflexión con base en la más amplia información y transparencia. Así, cualquier opinión tendría más sentido, pero también cierta pedagogía política.
Por lo pronto, queda claro que a ciertos medios no solo no les importaba el tema, por ocuparse de otros asuntos, sino que había intereses empresariales, comerciales, económicos y hasta afectivos de por medio. Y si los había, por estricta ética y transparencia, lo tenían que decir frontalmente. De ese modo, las audiencias, la opinión pública nacional y la misma historia habrían sabido el porqué de esos silencios y de ciertas posturas editoriales.
Por ahora hace falta que los actores de esos hechos y acontecimientos hablen, digan su verdad, cuenten a los ecuatorianos qué pasó en ese momento. Igual para todo lo que vino después, durante la década de los noventa, que está marcada también por una crisis económica fatal.