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Ecuador vivió ayer, sin contratiempos, lo que se denomina una fiesta democrática y definió su futuro inmediato. Ganadores y derrotados han confirmado que, tras una larga jornada electoral (para algunos empezó hace cuatro años), el mandante decidió quiénes lo representarán en los próximos cuatro años.
Y no solo que ha sido extensa, sino dura y compleja, quizá una de las campañas más intensas, donde no ha quedado fuera el concurso de agentes y actores externos, medios de comunicación y grupos políticos que pretendieron imponer una visión de la realidad y se equivocaron.
La democracia ecuatoriana sale fortalecida, el pueblo ha elegido de manera soberana y en orden a las nuevas autoridades para que cumplan con sus ofertas. Además, es loable destacar el trabajo del Consejo Nacional Electoral, de las misiones de observación y de todas las entidades y personas que hicieron posible los comicios de ayer.
Más allá de los problemas ocasionados por el crudo invierno y otros por la gestión propia de un evento de esta dimensión, podemos decirle al mundo que Ecuador vivió un proceso democrático ejemplar. (O)