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Europa y Estados Unidos no pueden seguir pensándose como el centro del mundo. Ningún centrismo cabe en estas épocas. La multipolaridad está más clara cada día y eso acarrea muchas y buenas perspectivas para esas dos regiones, por encima de los egoísmos de sus grandes corporaciones.
Ahora nos hace falta un diálogo horizontal para generar esa agenda desde y hacia América Latina. Han pasado más de 500 años de colonialismo y estamos en el momento donde ese viejo esquema se resiste a morir y el nuevo modelo no termina de nacer.
Y desde ahí podemos alcanzar para toda la humanidad mejores y mayores conquistas sin perjudicar a unos en beneficio de otros. Ese es el reto de estos días para superar la crisis originada por el espionaje estadounidense.