La historia es sabia. Carece de predilección y hace justicia. Coloca a cada uno en el lugar que le corresponde y no hace concesiones de ninguna naturaleza. Incluso, cuando parece que todo queda sepultado por cierta “gracia” mediática, ella misma nos devuelve al lugar donde es válido pensar sin prejuicios y entender por qué vivimos este presente.

Hace 100 años muchos callaron y algunos, sin vergüenza alguna, aplaudieron. El país se heló. Como si del Chimborazo hubiese caído toda la nieve. Algo se congeló en ese momento y pasó mucho tiempo el duelo histórico por un crimen que se achacó al pueblo de Quito. Las frías calles de la capital sostuvieron el espanto y el horror, como un eco adolorido interminable, pero nadie quiso acusar ni condenar. Había terror.
Y como si la impunidad fuese la marca de las oligarquías ecuatorianas, por décadas nadie habló del crimen, y mucho menos del juicio.

Gracias a la historia, a esa llamarada que ilumina y aclara las conciencias, los recuerdos y hasta las construcciones de la memoria, desde este siglo podemos, sin titubear, decirle al mundo que Eloy Alfaro nos enseñó a ser rebeldes, revolucionarios, ecuatorianos con orgullo, latinoamericanos enormes y soberanos. Y a él lo evocamos este día.  Recordamos su muerte y afrontamos su herencia. Si algunos ahora quieren destacar sus defectos de ser humano y terrenal, que asuman también la vigencia de su pensamiento para que reflexionen con generosidad.

Los procesos históricos son una continuidad insoslayable. Por eso, los cambios que vivimos se los debemos también al “Viejo Luchador” porque él inyectó la capacidad de resistir y luchar. Debemos profundizar el espíritu alfarista; y ya no es solo tarea de unos políticos, sino de las nuevas generaciones para darle sentido patriótico a las tareas más domésticas, particulares y comunitarias. No se trata de idolatrarlo. Basta con verlo a la altura de nuestras necesidades históricas.

Contemplarlo como un llamado de alerta, como ese padre o abuelo que aconseja porque sabe que tenemos mucho por hacer.