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La Policía Nacional protege desde ayer a los compatriotas que retornan para disfrutar con sus familiares las fiestas de Navidad y fin de año. Y también a los extranjeros que visitan nuestro país.
Una vez más, la fuerza pública ha tenido el acierto de activar el servicio de custodia a quienes deseen trasladarse a sus domicilios una vez que arriban al aeropuerto José Joaquín de Olmedo, de Guayaquil.
Según voceros de la institución, la medida busca garantizar la seguridad en el entorno de la terminal aérea, así como en las vías que conducen hasta las viviendas u hoteles de los visitantes.
Este operativo -en el que también colabora la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE)- dio excelentes resultados en años anteriores, pues redujo la incidencia de asaltos a nuestros compatriotas. Sin embargo, dejar solo en manos de la Policía Nacional la responsabilidad de proteger a nuestros hermanos sería un error tan grave como el omitir los operativos. Al trabajo de gendarmes y vigilantes de tránsito deberá sumarse la administración del aeropuerto José Joaquín de Olmedo. Es cierto que la protección de la concesionaria Tagsa termina cuando los viajeros abandonan las instalaciones, pero es de su exclusiva responsabilidad la vigilancia del movimiento en los parqueaderos para evitar que personas extrañas a las actividades de arribo y salida de pasajeros, o vehículos sospechosos, se mantengan como “campaneros”.
El control también debe llegar a los taxis que brindan el servicio desde el interior de la terminal. Para ello deben actualizar la base de datos sobre cooperativas y perfil de los conductores.
La Municipalidad de Guayaquil tampoco puede quedar al margen de este operativo, que es seguro, gratuito y solidario. Está en la obligación de redoblar esfuerzos, con el aporte de su sistema “Ojos de águila”, para prevenir que las bandas dedicadas a este tipo de delitos no perjudiquen esta vez a los miles de pasajeros que llegan al país para disfrutar con sus seres más cercanos las festividades de fin de año.