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Los expertos ya lo califican como uno de los peores inviernos que ha sufrido la región andina. Y las consecuencias son palpables, sobre todo en Colombia y Perú. Nuestro país no ha sido ajeno a este embate de la naturaleza, pero los efectos han sido menores, quizá por lo que han dicho las más altas autoridades de los países vecinos: el trabajo de prevención y de control de desastres ha sido largo y fructífero.
Sin embargo, más allá de eso, hay que lamentar la muerte de más de 200 personas en Colombia, producto de un deslave. Se trata de una tragedia muy dolorosa y que convoca a la solidaridad mundial. De hecho, todo este mes se espera que continúe la intensa pluviosidad registrada hasta ahora; por ello, es importante la tarea de prevención y de control. Buena parte del trabajo recae en los mismos pobladores.
La ciudadanía sabe dónde está el riesgo. Y la labor de atención inmediata solo es posible con información y alerta oportunas. Hagamos el mejor esfuerzo para que el impacto sea mínimo. (O)