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La ciudad de Guayaquil no se ha pronunciado ni mucho menos asume como suya la condecoración para un actor político, representante y empleado de los grupos poderosos de comunicación de Argentina. Bastaría revisar lo dicho por los gremios, periodistas y luchadores sociales de ese país para saber hasta dónde lo que dice y hace, supuestamente desde el periodismo, constituye más bien la expresión de quienes ahora le pagan muy bien por todo lo que hizo a favor del actual presidente.
Su supuesto oficio no es cívico, ciudadano ni responsable, como quieren hacernos creer. Todo lo que hace y dice está bien pagado -y ahora muy bien reconocido- por quienes le colocan las medallas y diplomas. La cuna de los grandes periodistas y medios de Ecuador está ofendida. A más de ser un premio desde un grupo político, acto al que asiste una candidata presidencial, es un ‘aporte’ a la campaña electoral de esa figura de la derecha ecuatoriana.
¿Para congraciarse con el electorado al que quieren capturar con actos de esta naturaleza? La verdad: ese periodista está al servicio de los poderes reales de América Latina. (O)