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Ecuador, 29 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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Un gran y nuevo aeropuerto produce otros “vuelos”

Es para regocijo nacional la inauguración del nuevo aeropuerto Mariscal Antonio José de Sucre. Con este acontecimiento se inicia una etapa interesante desde varios aspectos, no solo para Quito, sino para todo Ecuador. Incluso para la aviación internacional hay un aporte: desde la nueva plataforma aeroportuaria habrá escalas intercontinentales para viajeros de Sudamérica. Evidentemente es una buena noticia. Para la capital se desconecta un foco de tensión permanente.

Al cerrarse el viejo aeropuerto, cerca de 500 mil personas se liberan del estrés diario, se aleja el peligro de un nuevo accidente, se desahoga el tráfico en la zona y, por supuesto, con la construcción del parque Bicentenario la capital tendrá un gran pulmón que ayudará en su descontaminación.

Por otro lado, un aeropuerto no solo es aviones y pasajeros, carga y movimiento; ante todo, constituye un simbolismo enorme: conecta al país con el mundo, genera una nueva dinámica económica en la zona de influencia directa y, con mucho más brío, expande las capacidades comerciales de todo  Ecuador, porque se trata de una plataforma para exportar e importar en mejores condiciones.

Lo que ocurra de hoy en adelante, evidentemente, cambiará la dinámica de la capital. Se trata de una obra ultramoderna, que sella un pasado de disputas y líos para concretar un anhelado sueño y posiciona a todo Ecuador en otra dimensión en la historia de la aviación latinoamericana.

Hubo resistencia y hasta cierta irregularidad en la contratación de la obra, que ahora se supera con un proyecto hecho realidad y, además, se une a una serie de obras en aeropuertos nacionales para tener un sistema moderno.

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