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La Fiscalía no persigue personas, los nombres no importan tanto como los hechos; sin embargo, eso genera una coacción psicológica y moral. Así lo interpreta la fiscal Diana Salazar, una mujer que estudió en la Universidad Central de Ecuador para seguir la carrera judicial.
Más fácil hubiese sido -advierte la fiscal- “no salir de la zona de confort” y no informar sobre los casos de corrupción encontrados durante sus investigaciones como coordinadora de la Unidad de Transparencia y Lucha contra la Corrupción, que integra con otras dos mujeres.
En una entrevista que publicó diario Expreso, la fiscal señala las presiones recibidas que, por suerte, no llegan a una amenaza contra su vida o su integridad física. La abogada ibarreña se declara una apasionada de la investigación criminal y se mantiene firme frente a los hechos; y advierte que si el funcionario que investiga lo hace con temor, lo más probable es que volvamos a lo de siempre: un manto de impunidad. (O)