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Acorralado por una crisis política interna, Donald Trump, posó sus ojos en el extranjero con la intención de mejorar sus índices de popularidad. Lo hizo antes cuando bombardeó Siria y ahora lo repite en Arabia Saudí.
Huyendo de la trama rusa, el mandatario voló a Riad y firmó con la monarquía absolutista que gobierna Arabia Saudí un contrato para venta de armamento valorado en $ 110 mil millones. Se trata del mayor acuerdo de esta índole que ha cerrado Washington.
Con ello, el magnate inmobiliario presume sus dotes de buen negociador casa adentro, pero sumerge a Oriente Próximo en una peligrosa carrera armamentística porque Irán verá el contrato militar como una afrenta y querrá ponerse a la par.
El Presidente de Estados Unidos recorre el planeta convertido en un polvorín, calentando conflictos o avivándolos. Y eso ocurre frente a una comunidad internacional perpleja, que aún no comprende cómo tratar con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. (O)