La paradoja juega ciertas pasadas a quienes no tienen clara la “película”: antes todo era culpa del chavismo, todos los males de lo pésimo que supuestamente nos iba en América Latina era por absoluta responsabilidad del coronel Hugo Chávez Frías. Y sobre él pesaban todas las cargas.

Ahora, tras su desaparición física, la izquierda, la diplomacia, la economía, la crisis mundial, la falta de acuerdos en la OEA y hasta el invierno es por la ausencia del exmandatario venezolano. ¡Así de paradójico! Así lo colocan los “prestigiosos” analistas y tratadistas de nuestro país.

Según ese enfoque, los países de la ALBA no ganan nada en la OEA porque el liderazgo que ejercía Chávez se extinguió y sin su presencia las demás naciones han perdido la brújula de su accionar. Y por lo tanto, la supuesta derrota sufrida en los temas de la CIDH pudo ser revertida o convertida en victoria si la luz y autoridad política de Chávez estaba presente en ese escenario.

Es más, ahora que Venezuela afronta unas elecciones todo indica, según estos analistas superdotados, que Nicolás Maduro las perdería por la ausencia de Chávez. ¡Y Capriles al fin vencerá!

Entonces, la paradoja no cabe porque lo único válido en este momento es la incoherencia con que manejan los presupuestos políticos. Eso explica, además, por qué esos mismos analistas y académicos (entrevistados con intensidad en la prensa privada y comercial) dibujaron el panorama electoral ecuatoriano para el 17 de febrero pasado.

Según ellos, la teoría del desgaste, tras seis años de gobierno, justificaba el crecimiento y surgimiento de otras figuras políticas. Incluso advirtieron que tras la consulta popular de mayo de 2011 no había otro camino que la derrota del proyecto político de izquierda en Ecuador. Igual hicieron con el pronóstico electoral en Venezuela de octubre pasado. Por lo visto, el peso de Chávez, su pensamiento y acción no se borrarán fácil incluso para aquellos que lo odiaban y ahora lo consagran como el salvador de todos nuestros males.