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El Consejo Nacional Electoral dio una lección histórica: demostró con hechos y evidencias que una mayoría ecuatoriana escogió como Presidente y Vicepresidente de la República a Lenín Moreno y a Jorge Glas. Con esta definición queda cerrado un proceso político marcado por una campaña sucia en la que primaron la injuria, la mentira y una enorme maquinaria con financiamiento generoso de prófugos, entre otros aportantes.
No hay duda de que el conflicto vivido en estas elecciones -tanto en la primera como en la segunda vuelta- deja otra lección: la democracia la define el pueblo, no solo con su voto, sino con el rechazo a la violencia y a la mentira. Por eso, quienes promovieron la protesta callejera se quedaron solos, porque ni siquiera los que votaron por ellos en segunda vuelta apoyaron sus desafueros. Son las mayorías las que ponen gobiernos, y no los canales de televisión ni las encuestadoras.
Superado todo esto, queda otra lección: arrogancia y soberbia no caben en la convivencia democrática. (O)