El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos señala que la libertad de expresión es un precepto fundamental: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
En el Día de la Libertad de Prensa, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hizo un llamado a los gobiernos para que impulsen la libertad de expresión, protejan a los periodistas y proclamó: “Promover una prensa libre es defender el derecho a la verdad”.
En nuestro país, el 3 de mayo siempre fue muy significativo, la fecha generó espacios de debate y reflexión en torno al significado de la libertad. El Presidente de la República saludó el día con una invitación a todos los medios de comunicación a respirar aires de libertad y a no tener miedo a denunciar a la corrupción “venga de donde venga”. Más que una celebración, es el momento propicio para una plena reivindicación, puesto que el país nuevamente se ve amenazado por la violencia y la intransigencia, es decir, una clara alusión al asesinato de tres periodistas y cuatro infantes de Marina en Esmeraldas.
Un avance muy importante en materia de libertad de prensa es el anuncio de una reforma a la Ley de Comunicación que, en la década pasada, sirvió como instrumento oficial de persecución a periodistas, castigos y multas a los medios de comunicación. “Vamos a pasar -dijo Lenín Moreno- de un estado regulador y sancionador de contenidos, a uno que garantice plenamente el ejercicio del derecho a la comunicación”. Se pronunció por una información verdadera y sin censura.
En tiempos de vértigo informativo y de redes sociales, es más urgente que nunca reactivar los códigos deontológicos y los manuales de estilo de las redacciones para responder con responsabilidad a las demandas de información verificada. Los supuestos y los rumores siempre han sido y son, en la actualidad, enemigos del buen periodismo. (O)