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A sus 479 años de fundada, Quito es una de las ciudades más acogedoras del mundo. Constituye un referente nacional más allá de su capitalidad y reúne un valioso simbolismo histórico de rebeldía, creatividad y humanismo por donde se vea. Y hoy por hoy es un escenario vibrante y dinámico de cambios estructurales, con un sentido político de inclusión que se mira en los sectores populares, aunque cierta prensa es ciega a esa transformación.
Los fines de semana son la evidencia: en los centros de desarrollo comunitario participan miles de personas en diversas tareas para estimular el arte, la integración y la solidaridad. No es la ciudad perfecta, pero ha cambiado mucho en estos años, incluso en diversos aspectos y procesos ya es vista como un ejemplo para otras del orbe.