Árbitros y futbolistas reclaman de nuevo por sus sueldos y salarios. Y amenazaron esta semana con paralizar el campeonato nacional de balompié. Es cierto que las dificultades económicas son complejas y han llegado a niveles dramáticos. Pero a la vez hay clubes que soportan la avalancha de problemas con una planificación y una planeación sustentada en el aporte de sus principales socios y de firmas comerciales de todo tipo.

Pero no es suficiente. Hay una demanda de fútbol de alto nivel con sueldos elevados, pero la afición no contribuye a sostener un modelo de esa naturaleza. Hemos llegado al punto crítico: queremos jugadores de la talla de Lionel Messi, estadios a reventar y con auspicios millonarios, pero no apoyamos a los equipos ni vamos a los estadios, no hay socios y cotizantes por miles. Ni en los clásicos más sonados del país se llena el estadio.

Lo lógico sería implementar un modelo o sistema adecuado a nuestras muy concretas condiciones y, al mismo tiempo, no esperar más de lo que tenemos y damos, para tampoco crear falsas expectativas y mucho menos tener a jugadores impagos por varios meses. (O)