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Penoso y lamentable el rol jugado por el actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Ni él ni ninguna autoridad regional debería poner por delante sus posturas políticas, y menos las ideológicas, para resolver conflictos o problemas donde las dos partes tienen argumentos y razones para afrontar un proceso de negociación. Por suerte para el caso venezolano, la Unasur ha jugado otro papel, decoroso, ético y democrático. Tras la carta -por demás ofensiva- que dirigió Almagro a Nicolás Maduro, presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, ahora pide una sesión entre el 10 y el 20 de junio dedicada a la “alteración del orden constitucional” en Venezuela y cómo se afecta gravemente “el orden democrático” en ese país. ¿La OEA o su secretario ya decidieron que hay una alteración constitucional? ¿En qué basa sus afirmaciones? ¿Quiere usar la Carta Democrática para satisfacer la demanda política de la oposición venezolana? Si es así, ¿el secretario de la OEA es el más indicado para ocupar ese cargo que requiere otra personalidad? (O)