Mario Vargas Llosa no es precisamente alguien que haya trascendido por asesorar a los banqueros. ¿O los banqueros se volvieron literatos y necesitan ayuda para obras de ficción, o el premio Nobel de Literatura ha pasado a ser un accionista de alguna entidad bancaria, o el mundo está cambiando y ahora los novelistas dirigen la estrategia bancaria, o los accionistas han trasladado sus preocupaciones al terreno de la literatura?

Cualesquiera que sean las razones que llevaron al autor de “La ciudad y los perros” a ser el orador principal de la “charla magistral”, ofrecida el lunes pasado en la sesión inaugural de la XLVI Asamblea Anual de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) en Lima, fue la ocasión para pedir a los ecuatorianos  defender, “con todas las armas de la democracia”, la libre empresa.

Ante todo, lo que hizo ni es casual ni mucho menos nace de la nada. Está más que claro que nuestros banqueros aprovecharon la ocasión para quejarse de lo “mal” que están siendo tratados en Ecuador. Ahora la derecha ecuatoriana, los grupos poderosos y los fácticos van al exterior, se quejan y arman una plataforma para dibujar lo que en nuestro país supuestamente ocurre: un totalitarismo en el que es casi imposible ejercer derecho alguno. La pregunta es: si tienen muchos medios a su disposición y, además, el dinero, ¿por qué les resulta difícil asumir que los tiempos han cambiado? ¿Imaginarán que un premio Nobel de Literatura puede ejercer una supuesta autoridad moral para decirnos a los ecuatorianos cómo debemos defender nuestra democracia? ¿Imaginará Vargas Llosa cómo se vive en Ecuador ahora y cómo era el país que no quiso nunca visitar porque estaba lleno de pobres?

Seguramente los próximos días lo tendremos por acá invitado por la Asociación de Bancos del Ecuador para “estimular” nuestra rebeldía y darnos la receta para ser felices. Ojalá lo haga, pero será desde la ficción, ventajosamente, porque de la realidad ya nos ocupamos nosotros, los ecuatorianos.