En esas confusiones que a veces saturan las redes sociales se criticaba que el tramo utilizado para probar el funcionamiento del Metro de Quito -entre la estación Iñaquito y la Jipijapa- era corto. Toda crítica es válida cuando se fundamenta en evidencias concretas; en este caso fue casi un kilómetro y medio, suficiente para comprobar la sincronización entre arranque y frenada, la iluminación, el fluido eléctrico, incluso la conducción del primer tren que va a funcionar desde finales de este año cuando la obra esté concluida.

En esa prueba inicial estuvo presente el Presidente de la República, el Alcalde de Quito y otras autoridades que constataron los primeros movimientos del sistema de transporte subterráneo masivo que, según los expertos, es la mejor solución para aliviar el traslado numeroso de pasajeros en una ciudad como Quito que, en poco tiempo, superará los tres millones de habitantes. El Metro es también el sistema más ecológico que se moverá por debajo de la ciudad para unir el norte con el sur en poco tiempo.

En el primer año de funcionamiento este sistema estará en capacidad de transportar diariamente a 400.000 personas. La construcción demandó una inversión de $ 2.009 millones, de los cuales el Gobierno Nacional aportó con $ 750 millones y con todas las garantías para que el Municipio obtenga créditos por $ 623 millones.

Una obra de esta dimensión, explicó Lenín Moreno, requiere de ingentes recursos económicos y había que conseguirlos. Esta obra, indicó, marcará un hito en la gestión urbanística; “este Gobierno trabaja por todos, para todos y con todos, sin banderas políticas y pensando en el bien común”.

Una de las principales características de la capital es que ha crecido principalmente por la inmigración de miles de ecuatorianos de todas las regiones del país. El Metro de Quito es otro factor de unión de Ecuador, así como fue el ferrocarril. El alcalde Mauricio Rodas agradeció el aporte gubernamental de 33% de la obra y reconoció el ambiente político de unidad que vive Ecuador. (O)