La XLII Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, realizada en Montevideo, Uruguay, debía definir -al cierre de esta edición- el ingreso de Venezuela como socio pleno al organismo regional.
El problema central en la agenda de los mandatarios se había focalizado en la búsqueda de una fórmula que no lesione las tirantes relaciones entre el Congreso de Paraguay -dominado por la oposición al Gobierno, que debe ratificar la incorporación “llanera”- y el presidente Fernando Lugo, a pesar de que en julio de 2006 se suscribió el acuerdo respectivo.
Pero la expectativa de la cita también estaba atada al interés mostrado por Ecuador, y a la solicitud formal presentada ayer en la tarde, para formar parte del organismo como una necesidad impostergable de expansión, con el fin de constituir un bloque latinoamericano fuerte y estable que defienda la soberanía de cada uno de los países miembros.
El Presidente de la República de Ecuador, durante una entrevista concedida a la prensa uruguaya, se refirió al tema de la integración y el desarrollo de una cultura de la excelencia, que deje atrás la nostalgia por los Estados burgueses y oligárquicos, representantes de minorías que jamás tuvieron escrúpulos para devastar las endebles economías en su beneficio personal y corporativo.
El Mandatario recordó que los objetivos y metas trazadas por los regímenes democráticos de la región están orientados a la consolidación de más Estados plurales que acumulen el valor y el coraje para cambiar radicalmente las tradicionales relaciones de poder y fuerza.
Estas son palabras y conceptos mayores, pues ningún régimen ajeno al continente puede negar que la justicia social es un hecho y una contradicción con la lógica capitalista, que ya no se puede sostener en pronósticos bursátiles ni en préstamos concedidos por los organismos multilaterales de crédito a pequeñas economías, así como tampoco en la fabricación de guerras para asegurar su sobrevivencia.