A diferencia de Europa y otras regiones, América Latina vive una etapa interesante: el desempleo baja, se diversifican sus exportaciones, la producción de materias primas ya no es necesariamente la que sostiene su economía, se abre a la inversión extranjera por razones que ya no son las que exponía como una norma y paradigma el liberalismo clásico. Y ahora, según el estudio, largo e interesante, del Banco Mundial su clase media creció en 7 años. El crecimiento general pasó del 50%; y en varios  países, como Argentina, llegó al 100%.

Hay que revisar en ese informe el capítulo “Una foto de la clase media de América Latina” para descubrir esos cambios profundos que ocurren. Por ejemplo: el nivel de escolarización creció notablemente, pero no para satisfacer solo al mercado sino para tener otra visión de su propio mundo, pues antes se consideraba que pasaban de ser campesinos, indígenas o marginados a obreros con un sueldo mínimo y condiciones elementales de vida, pero no más. Ahora, ese nivel de escolarización se da también en contextos diferentes y para aportar al desarrollo de comunidades y localidades rurales, campesinas e indígenas, tradicionalmente excluidas.

Es una gran noticia este informe de -nada más ni nada menos- el Banco Mundial. Lástima que no sea prioridad para la prensa comercial y privada, que debería alegrarse porque, contando con una clase media mucho más escolarizada y preparada, hasta los periódicos tendrían más lectores. Y siendo una buena noticia también debería incluir una reflexión más “libre e independiente” para reconocer que hay políticas públicas, de gobiernos progresistas, sin asumir las recetas que ahora agobian a Europa, que dan resultados sociales y estadísticas claras de su eficiencia y efectividad.

Esas políticas públicas nos deben llevar a pensar si lo que proponen algunos candidatos ahora es precisamente lo que hace falta al Ecuador para superar lo que hemos alcanzado, o volver al pasado donde la clase media estaba aplastada por las recetas del FMI y también del Banco Mundial.