El patrimonio cultural de un país abarca todos los aspectos del pasado, como también del presente, que pertenecen al conjunto de la sociedad y que por su valor vale la pena que se mantengan y expongan para el disfrute de las presentes y futuras generaciones.

En los últimos días varias voces en Ecuador, algunas de manera individual y otras en coalición, prendieron las alarmas ante el peligro de que el edificio Aranjuez -que alberga en Quito cuantiosas colecciones de arte- pudiera derrumbarse ante un movimiento sísmico, con el peligro para las personas que allí trabajan y los irreversibles daños a los bienes que se atesoran.

El traslado de las colecciones a esa edificación -de forma provisional- ocurrió en 2012 cuando cesó la competencia sobre las mismas del Banco Central y pasó a manos del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Sin embargo, las sucesivas direcciones de esa cartera de Estado no resolvieron el repositorio adecuado y definitivo.

La consecuencia es que el edificio ha sido cerrado y solo se podrá hacer consultas de forma digital. El Ministerio de Cultura y Patrimonio emitió un comunicado donde expone públicamente los antecedentes de esta situación y da a conocer acciones inmediatas, entre estas la búsqueda del lugar idóneo para ubicar los repositorios, así como la aprobación de recursos económicos por el Gobierno central para llevar a cabo tan delicado proceso.

Llegado este momento valoramos positivamente que en primer lugar se haya precautelado la vida de las personas que allí realizan diversas funciones, aunque falta garantizar la conservación de los bienes en condiciones técnicas adecuadas y el traslado a la edificación que los recibirá con carácter definitivo para que los ciudadanos tengan acceso al disfrute de los mismos.

El patrimonio cultural es parte fundamental de nuestra identidad como comunidad e individuos. Conocerlo nos ayuda a comprender una parte importante de quiénes somos y el lugar ocupamos dentro del mundo. (O)