El naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) escribió: “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.

Lo dijo en relación con su célebre teoría sobre el origen de las especies a través de mecanismos de selección natural, la cual le debe mucho a su paso por las islas Galápagos y la observación de la peculiar flora y fauna del lugar, designado Patrimonio Natural de la Humanidad en 1978 por la Unesco.

Por ello, resulta congruente que los habitantes del archipiélago ecuatoriano apunten al uso de fuentes de energía renovable no contaminante, en lugar de utilizar sistemas generadores de polución, como los basados en combustibles de origen fósil.

Según datos oficiales, $ 55 millones se invierten en las islas para proyectos de energía renovable y, en la actualidad, la capacidad instalada representa el 16% de la generación eléctrica. Las iniciativas se ubican en las islas habitadas, con lo que se benefician 25.000 pobladores del archipiélago.

Gran parte del financiamiento de las obras es no reembolsable y proviene de fondos de los gobiernos de Corea, Japón y Alemania, reveló un reportaje sobre el tema, publicado por este diario.

Se trata de un proyecto enmarcado en el programa Cero Combustibles Fósiles surgido en 2007, con el objetivo de reemplazar la generación termoeléctrica por energías renovables. Uno de los primeros proyectos fue el parque eólico de San Cristóbal, que puede generar 2,4 MW.

La meta, de acuerdo al Plan Maestro de Electricidad del Gobierno Nacional, es que la energía renovable represente el 60% de la generación en las islas hasta 2027 o 2028.

La iniciativa es valiosa, sin duda, pues apunta a reducir los riesgos de contaminación derivados de las fuentes tradicionales de energía y contribuye con la conservación de las islas. (O)