Conforme se demora la salida de Edward Snowden de Moscú, más se aviva la polémica por el sistema de espionaje implementado por EE.UU. en todo el mundo. Y al mismo tiempo nacen todas las dudas, aunque las respuestas desde Washington son nulas o mínimas.
No hay explicación sobre el interés de espiar a todos los países, a miles de empresas, a centenas de autoridades y funcionarios. La pregunta es de doble vía: ¿con el permiso de quién y con qué objetivos reales y prácticos lo hace, violando toda consideración ética (porque de leyes parece que a ese país no le gusta mucho hablar)?
Una hipótesis no muy descabellada es que se cree el dueño del mundo y recurre a ese tipo de acciones para intentar mantener la hegemonía que va perdiendo. Pero eso solo merece una sanción moral y política.