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Ecuador, 28 de Marzo de 2024
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El Telégrafo
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La ortografía conservadora

La lengua hablada, que es la verdadera lengua y la más antigua, cambia con rapidez. Nuestros bisabuelos decían “mayz” y “cuete” por maíz y cohete. No me extrañaría que nuestros bisnietos pronunciaran en el futuro al-co-hol en vez de “alcol”. 

En Cuenca me sorprende oír a la nueva generación pronunciar la LL como Y, como es la tendencia general del español. Carchi, Azuay y Loja son las únicas provincias ecuatorianas que conservan la pronunciación original de la LL española, como en el siglo XVI. En Bolivia y en algunas partes del Perú, así como en partes de México y Centroamérica se conserva esa característica. En cambio, la lengua escrita se niega a cambiar.

Hay idiomas en los cuales esta ortografía conservadora llega a extremos, como el francés y el inglés. En el caso del francés, su ortografía refleja la pronunciación de hace varios siglos; por eso tiene tantas letras mudas. El inglés, como lengua híbrida entre germánica y latina, se ha tragado vivas las palabras de otros idiomas y su ortografía es una locura. El genial escritor Shaw decía que pez en inglés debería escribirse “ghoti” de “lauGH” (F), wOmen (I) y naTIon (SH): FISH.

En cambio un idioma como el afrikáans (hijo del holandés) ha sido más reformado que una iglesia calvinista. En Europa hay el caso del noruego con apenas cinco millones de hablantes que optó por un camino intermedio y tiene dos formas: Bokmal (lengua  de libro) y Nynorsk (nuevo noruego). El español, que desde el siglo XIV hasta el XVII tuvo una ortografía que se ajustaba más a la pronunciación, se volvió rígido desde el siglo XVIII con la creación de la Academia de la Lengua. El criterio etimologista, contrario al de la pronunciación real, se impuso.

Nuestra ortografía se acercó más a las lenguas latinas, pero hicimos una mescolanza. Algunas palabras escritas eran tan populares que ya no pudieron cambiarse y son la prueba de que en español no diferenciamos V y B: móvil y gobierno, que en las demás lenguas latinas se escriben al revés, con B y V.  (O)

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