Retirar de la tradicional calle Seis de Marzo el monigote de Julissa -la chica  que fue grabada en un night club de Milagro, junto con un stripper- no resuelve un problema de fondo, es solo una medida paliativa. Sin embargo, el ciudadano merece respeto.

Familias enteras cada año se trasladan a esta arteria de la ciudad de Guayaquil para disfrutar viendo la creatividad de los artesanos que se esmeran en fabricar sus “años viejos”. Además de los monigotes tradicionales están los que son tendencia.

De las manos de estos artesanos no escapan políticos, artistas, deportistas, y todo aquel que haya sido tendencia durante el año, así como aquellos que ya se quedaron en la retina de la masa social.

Por ejemplo, están los tradicionales personajes de Marvel, el Chavo del 8, la Llorona, el infaltable Chucky, Depredador, Gokú, Pikachú y un sinnúmero de monigotes que copan la Seis de Marzo. Pero siempre están los nuevos, aquellos que por determinadas situaciones se hicieron conocidos.

El tema del monigote de Julissa y el stripper trae opiniones en contra y a favor. Por ejemplo, unos dicen que confiscaron arte, y otros, que el arte también debe tener sus límites. Entonces las autoridades deben recorrer todos los años esta calle y hacer un monitoreo para que no haya monigotes con contenido sexual (como suele pasar con aquellos del Clásico del Astillero), porque la ley debería ser para todos.

Siempre habrá un niño que pregunte el concepto de tal o cual muñeco, qué es, por qué se lo hizo, y siempre habrá que darle una respuesta acorde a su edad. Pero no olvidemos que no solo la calle Seis de Marzo es una vitrina para exhibir personajes. Están las redes sociales a las cuales los niños también tienen acceso, la televisión nacional y por cable.

 Un monigote es un pedazo de papel engomado y con color, pero lo que hay detrás de él es lo que puede ser grotesco a la vista de los más sensibles. (O)