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Noticias manipuladas al nivel de la paranoia

19 de diciembre de 2017

El colombiano Juan Gabriel Vásquez escribió hace algunos años un libro que calza muy bien en la cotidianidad de la política latinoamericana. El libro Las reputaciones narraba todo lo que derivó de una “inocente” caricatura en la que se insinuaba que un influyente político habría participado en un caso de abuso sexual contra dos niñas.

Las dimensiones que alcanzó el dibujo fueron enormes, tanto que la sociedad retratada en la novela sacó sus propias conclusiones: juzgó y acusó como autor al político, ni siquiera le dieron el beneficio de la duda. La trama da un giro inesperado cuando el acusado presenta unas pruebas antes de tomar una decisión dramática con su vida. Ahí el caricaturista reflexiona y se cuestiona, le entran las dudas, pero el daño estaba sembrado, la reputación del personaje no se recuperaría jamás.

La anécdota denota lo que puede ocurrir cuando nos dejamos llevar por las emociones, por la comodidad de repetir un mensaje sin siquiera permitirnos la molestia de verificar el rumor, cuál es la fuente primaria, si es creíble, si tiene valor, si está apegada a las normas de la deontología, etc. En los últimos días hemos visto atónitos el funcionamiento de lo que podría ser una maquinaria para desinformar y mentir. El caso más patético ocurrió el fin de semana reciente cuando, a través de las redes sociales, se difundió una noticia que narraba un caos en la Gran Vía de Madrid porque, supuestamente, la esposa del Presidente de la República, Rocío González, se había detenido junto con su comitiva para comprar en una conocida tienda por departamentos.

El audio de la falsa noticia, transmitida vía WhatsApp y acompañada de una viralización por Twitter, superó la ficción de todo lo que hasta el momento hemos visto en las redes sociales. Estamos frente a un conglomerado muy bien armado y afilado, que tiene bastantes recursos para falsificar una mentira, sembrar dudas o, como describe el libro de Vásquez, dañar la reputación de las personas.

La periodista española cuya voz fue forjada se encargó de desmentir a los facinerosos. Lo único que se pide es sensatez. Esto no es un caso de restricción de la libre expresión ciudadana. (O)

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