Este mes se cumplen 7 años de la llegada al gobierno del Movimiento Alianza PAIS. Lo hizo con una propuesta de transformación y con un proyecto concreto que en su gran parte se ha cumplido. En lo fundamental fue sentar las bases de esa transformación con la elaboración y aprobación de una nueva Constitución. Pero eso era el punto de partida, no de llegada, como es obvio y así se entendió.

Ahora, tras esos 7 años de gobierno y 5,5  de vigencia de la Constitución, se ha verificado un proceso de transición a una sociedad del Buen Vivir. Nadie podría decir que esa transición ha terminado. Pero al mismo tiempo habría que reflexionar todo lo que ha ocurrido en este tiempo para no acelerar o culminar la transición.

En lo fundamental, se puede asegurar que gran parte de la nueva institucionalidad que ordena la Constitución se ha instalado y abierto camino. El marco jurídico general también se ha aprobado  a través de las leyes. El presidente Rafael Correa reconoció el jueves último que enviaría a la Asamblea el Código Financiero y con ello llenaría un vacío ‘crítico’.

El sistema financiero, en general, tiene algunas normativas, correctivos, resoluciones y controles para evitar los abusos, pero le falta un código integral para asegurar, en este campo, la transición y de ese modo evitar la bancarización de la economía y el poder de un grupo pequeño de ecuatorianos que imponen todavía cierta conducta en la economía en general, en particular la de los servicios bancarios.

Falta también definir y aprobar los consejos de igualdad, con toda su complejidad y oportunidad para desarrollar procesos inclusivos y acabar con algunas discriminaciones.

Con la mayoría en la Asamblea y el prestigio y legimitidad del Gobierno se puede acelerar este año esa transición para abrir, obviamente, a otros retos, sueños y propósitos que este proyecto político en el poder también ha gestado.

Y ya que estamos a punto de iniciar una campaña electoral, habría que insistir en que una buena parte de ese proceso de transición política pasa también por la gestión de los gobiernos autónomos descentralizados. ¿Por qué? Pues ahí, en los territorios, cerca de la gente, en toda la geografía nacional, se debe verificar la mayor transformación para sustentar una calidad de vida distinta a la que el proyecto neoliberal quiso imponer con base en el consumismo, con la preeminencia del mercado y a favor de unos pocos.

Lo que nos hace falta entonces es reflexionar sobre esta transición: sus bondades y retos pendientes.