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Lo ocurrido el miércoles pasado en Guayaquil, cuando un conductor lanzó el auto contra una agente de tránsito, prueba la ausencia no solo de respeto hacia la autoridad, sino la actitud transgresora de ciertos ciudadanos y de algunos actores políticos: “las normas, las leyes y las obligaciones se desacatan, y no importa si para eso hay que irse por encima de esa misma autoridad”. La construcción de la democracia pasa por superar estos pequeños gestos y comportamientos. No por eso subestimamos el incidente que para la agente de tránsito terminó en golpes y lesiones. Hemos visto en las últimas semanas a oficiales de las FF.AA. en servicio pasivo, a una entidad privada contra el cáncer, y también a estudiantes de un colegio de Quito, faltar el respeto a la máxima autoridad del país. Y los medios privados han hecho noticia de eso como si fuese un gran acto de resistencia o una legítima protesta. En realidad, la agresión a una agente de tránsito, como todo lo demás, evidencia que no estamos preparados para crear una institucionalidad democrática firme. (O)