Cualquiera que sea el medio bien cabe la absoluta transparencia en la venta o compra del mismo. Ya sabemos el peso que tienen en la generación de opinión y la actoría política que asumen en estos tiempos en todo el mundo. Es más, por esas mismas razones los poderes financieros se han hecho de grandes medios, mucho más ahora que antes. Por eso, el caso de Teleamazonas despierta inquietudes. Y no es el único.

De ahí que toda transparencia es poca. Ya sabemos qué pasa en otros países y aquí mismo lo sentimos durante el dominio político de la llamada partidocracia (que prepara ya su retorno para repotenciar sus medios). En manos de los jueces está el caso de este canal que aparentemente seguiría siendo propiedad de un exbanquero.

Para el bien de la democracia se separó al poder de los bancos de los medios y todavía no es del todo suficiente porque se idean otras formas, como aquellas del auspicio y la publicidad condicionada, exclusiva y muy bien pagada en blogs, programas especiales en señal abierta, internet y cable. Y por ahí se “lucen” candidatos y alcaldes bien identificados. Basta mirar a quién aplauden ahí para saber quién les paga el “favor”. (O)