Si algo ha caracterizado a la gestión política y económica gubernamental de Ecuador en el plano internacional ha sido la plena soberanía en sus decisiones y un elevado grado de pragmatismo. Eso que la izquierda tradicional (prevalida de que las “tesis” y “principios” se aplican aunque no tengan efecto positivo) no entiende se convierte en motivo de debate y hasta especulación desde distintos sectores. Incluso, la derecha económica y algunos de sus “parlantes” mediáticos se entusiasmaron porque “al fin” el Gobierno entró en cintura y supuestamente prepara la firma de un TLC con Europa.

Más allá del ruido, motivado por intereses estrictamente económicos y un afán de poner en boca frases que no se han emitido, la realidad es que Ecuador debe establecer relaciones comerciales, pero bajo principios y condiciones muy claros. Con la Unión Europea se ha dicho reiteradamente que se llegará a un acuerdo comercial y no a un tratado de libre comercio. El sábado pasado, el Primer Mandatario habló de que en menos de un año Ecuador podrá ingresar al bloque del Mercosur.

En los dos casos se explica como una buena noticia, para el sector privado y para todo el país. No cabe duda de que estamos en mejores condiciones de negociar en cualquier escenario. Lo que no cabe es desinformar y escandalizar desde los prejuicios y aventuras políticas muy interesadas.

Por ahora, esa tarea (llegar a un acuerdo con Europa e ingresar al Mercosur) constituye una prioridad absolutamente válida y que demanda la mayor información y el mejor debate, por una significativa razón: la misma estructura productiva del país requerirá de los sectores público y privado una preparación adecuada para todo lo que implica comerciar con un mundo más competitivo y desde una matriz multipolar en la generación de bienes y de empleo.