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El primer funcionario de la capital de los ecuatorianos guarda un silencio muy sospechoso. Se lo ve eufórico junto a Andrés Páez y Guillermo Lasso, pero ante la serie de denuncias de la asambleísta María José Carrión y la advertencia del contador de la empresa Odebrecht, Rodrigo Taclán, no dice absolutamente nada. Los medios comerciales tampoco dicen nada, lo cual es muy sintomático. Parece que solo los prófugos de la justicia (‘Capaya’ y Pedro Delgado) provocan el interés de esa prensa.
Pero Mauricio Rodas no puede quedarse callado: toda la ciudad requiere de una explicación. Ecuador no debe ni puede tolerar que el alcalde de Quito calcule electoralmente. Si no habla hoy, después del 2 de abril será igual: los casos de supuesta corrupción de sus más allegados y del contrato con la empresa brasileña saldrán a la luz.
Mientras tanto la construcción del metro está retrasada, la alianza CREO-SUMA vota en contra de la ordenanza antitaurina, y la burocracia municipal cada vez es más precaria. Pero Rodas solo luce eufórico cuando se sube a la tarima de la derecha financiera. Ese no es el alcalde que exige la capital. (O)