Aunque suene obvio: no se contribuye mucho a mantener limpias las playas si los turistas, en general, no toman conciencia de que no van a un basurero, sino a un lugar de esparcimiento colectivo y público. La campaña desarrollada por los ministerios de Turismo y Ambiente para limpiar las playas es un loable esfuerzo y con una buena respuesta ciudadana.

En particular, los jóvenes han tomado esto como una tarea voluntaria y hasta cierto sentido patriótica. Sin embargo, no hay una respuesta del mismo nivel de parte de quienes van a descansar en las playas. Todavía se observa que la gente bota los envases y desechos en el mismo lugar donde descansan o realizan actividades deportivas.

Ni toda la publicidad podría resolver un asunto que debe nacer en cada hogar, escuela o centro de trabajo. Ahí debe desarrollarse una pedagogía intensa para entender que se ensucia y contamina un espacio de alta sensibilidad ecológica. Obviamente hace falta un cambio radical de costumbres, usos y consumos en esos espacios. Para ello deben contribuir también las cámaras de turismo y todos sus componentes. (O)