Lo hecho y dicho por Portugal, Francia, Italia y España (pero sobre todo por lo no dicho y hasta ocultado por EE.UU.) causa preocupación y deja mucho que pensar, incluso a los más acérrimos y libérrimos defensores de la democracia liberal.
Los valores de libertad y respeto al Derecho Intenacional han quedado por los suelos por las prácticas de esos países y, sobre todo, por “acolitar” a EE.UU. en su afán de espiarlo todo. De ahí que sea prudente hablar ahora de una revisión de esos valores en función de sus acciones.
Cuando en América Latina se plantean otros paradigmas y hay otras búsquedas, se avizora un cambio en esos valores liberales que parecían únicos y globales. No hay cómo vivir en función de lo que se dice, si lo que se hace es imposible de justificar.