Los retos de Nicolás Maduro son más que los de Chávez
Venezuela tiene todo para ser una potencia económica en la región y en el mundo. No ahora, desde siempre: por sus recursos naturales, por su extensión geográfica, por su diversidad de climas y de producción agrícola, por su riqueza marina y también por su talento humano. Los venezolanos siempre han sido talentosos para muchas empresas y emprendimientos. A eso hay que sumar un cúmulo de intelectuales y artistas de gran reconocimiento mundial, sin descontar la infinidad de estrellas del deporte.
Todo eso se ha potenciado y amplificado en los 14 años de gobierno de Hugo Chávez, pero todavía falta mucho por hacer y sobre todo construir un proceso de largo aliento que saque de la pobreza a miles de venezolanos. En sus últimas apariciones públicas, Chávez demandó a sus funcionarios y a todas las autoridades mayor rigor y eficiencia en la gestión administrativa. Hizo serias críticas a la calidad de esa gestión, que a la postre redundan en perjuicio para la ciudadanía.
Por todo ello, Maduro asume la presidencia de su país con dos grandes retos que podrán marcar su gestión y su trascendencia política: mejorar la economía para solventar la demanda interna, acompañado de un proceso profundo de incentivo para la producción local, industrial, agrícola y para mejorar el comercio doméstico. Y el segundo: combatir de todos los modos posibles y con la ley en la mano la ineficacia o mediocridad administrativa. Eso también pasa por implementar modelos de gestión acorde a las demandas y a las necesidades políticas. Y en ello, por lo visto hasta ahora, Maduro tiene claro lo que le toca hacer.
Sin embargo, el presidente electo tiene otro frente mucho más intenso: una oposición envalentonada que ahora asume, a ratos con violencia, posturas intransigentes para menoscabar la legitimidad, ni siquiera de Maduro, sino del proceso político revolucionario bolivariano de Venezuela.