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Irán es un “cuco” para muchos analistas, editorialistas, dirigentes de las cámaras y hasta líderes religiosos. Sus prejuicios se fundamentan en la misma línea que ordena, diseña y ejecuta EE.UU. Se lo acusa de ser un peligro mundial por su “poderío nuclear”. ¿No es superior y hasta más letal el poderío nuclear que tienen naciones como EE.UU. e Israel, por solo mencionar dos ejemplos? ¿Irán ha hecho alguna invasión y ha masacrado a miles de personas en territorio extracontinental, más allá de sus fronteras? ¿Esa nación musulmana ha invadido comercialmente el Occidente al punto de representar un riesgo para las economías europeas y americanas? ¿Tiene canales de televisión por todas partes, analistas, comentaristas y agencias de noticias como los principales proveedores de la verdad iraní para sustentar sus “ambiciones”?
Es cierto que el régimen y la cultura de ese país pueden significar algo ajeno y hasta contrario al pensamiento occidental “totalitario” impuesto en nuestros países. Incluso, habrá discusión y hasta divergencia por el tratamiento a la mujer, si se observa con la mirada occidental, pero de ahí a decidir que es un “cuco” y un “peligro” para la vida de la humanidad y de la democracia, hay un extenso margen de intolerancia.
¿Con qué cara hablamos en Ecuador de maltrato a la mujer en Irán si la violencia intrafamiliar y las mujeres violentadas constituyen nuestro mayor delito y afrenta pública? ¿O es un asunto manejado desde afuera para decidir con quién comerciamos y con quién nos relacionamos? ¿Dónde queda la soberanía y la autodeterminación que tanto demandamos a otros países y naciones?
Por actuar así, movidos por intereses foráneos y con prejuicios ideológicos, es que algunos diarios y canales -hasta ahora- no han podido rectificar las mentiras filtradas por actores políticos. Irán no tiene créditos con Ecuador. Tiene depósitos en dos bancos, uno estatal y otro privado, que jamás se preciaría de decir que le ha hecho préstamos a Irán. Y tampoco jamás Irán recibió al señor Gastón Duzac, tal como informaron los medios de la mal llamada prensa libre e independiente, gracias a los comedidos informantes con que cuentan y a los que les dan enormes espacios sin contrastar.