Publicidad
No importa si son de Quito, Guayaquil o Loja: los policías metropolitanos no tienen ninguna atribución para agredir, ofender ni violentar a nadie, mucho menos a los vendedores informales. Si alguna norma municipal impide la venta, nada justifica apropiarse de la mercadería y botarla. Ya son varios los casos de policías que abusan de su autoridad de manera inaceptable. En Guayaquil ya parece una conducta naturalizada. Este diario denunció con fotografías la actuación de un agente con una canillita. ¿Era necesario arrojar los periódicos en la calle e insultarla? ¿Si se comete una infracción hay que botar o destruir la mercadería? Y del sentido común nace una pregunta: ¿Cuánto daño le hace a una ciudad que una señora se gane la vida vendiendo periódicos en la calle o en los alrededores de un centro comercial? ¿En qué le afecta al comercio de ese sector vender periódicos?
Evidentemente, para estos policías, lo que cuenta es imponer su autoridad, especialmente a los más pobres, sin importar cómo. Y lo ocurrido en Guayaquil no es muy diferente de lo que se registra también en Quito y Loja. (O)