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El Gobierno Nacional, a través de la flamante vicepresidenta, María Alejandra Vicuña, anunció una rebaja en las tarifas eléctricas nocturnas que paga la industria. Esa medida tiene como objetivo impulsar la economía y, concretamente, al sector privado.
La reducción va entre 0,3 y 2,5 centavos de dólar, una cantidad que parece irrisoria, pero vista desde los grandes volúmenes de electricidad que necesitan las fábricas es un incentivo muy importante. Además, el alumbrado público ya no dependerá del consumo del abonado, sino que será un valor fijo, lo que permitirá a las compañías establecer un presupuesto mucho más real.
A eso se añade que el beneficio aplica para la tarifa nocturna. En el país hay industrias que no se detienen, por lo que la medida es un gran espaldarazo a su trabajo; y para aquellas que no laboran de noche, la reducción se convierte en una oportunidad para contratar más personal y por ende reducir el desempleo.
El Gobierno ha respondido de esta forma al sector privado, que se había sentido olvidado, por lo que criticó con mucha fuerza la Ley de Reactivación Económica, recientemente aprobada en la Asamblea. Los industriales ahora tienen que responder, no al régimen, sino al país en su conjunto. Ecuador demanda de ellos compromiso para consolidar la recuperación.
La cuantiosa inversión realizada en los últimos años en hidroeléctricas rinde finalmente sus frutos. Ahora no solo se exporta energía, también la industria puede acceder a ella en condiciones más favorables, lo que le da ventajas frente a los competidores de la región. Y aquello potencia las exportaciones, que a su vez sostienen la dolarización.
Ecuador ya puede decir con satisfacción que los productos que comercializa son elaborados con energía limpia, que proviene de la fuerza de sus ríos. Pareciera que es un eslogan romántico, pero en un mundo con consumidores cada vez más ecologistas y responsables con el medio ambiente, ese es un plus que debe aprovecharse en el extranjero. (O)