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Un dato que no pueden dejar de reconocer los críticos es que, tras 75 años, Ecuador aprueba un nuevo Código Penal. Y siendo ese dato muy importante, no pueden dejar de señalar que, por responsabilidad pública, las legislaturas anteriores deberían avergonzarse de no haberlo hecho.
Más allá de ese dato, ahora hay unas reacciones que superan la lógica del sentido común: es imposible hablar de castigos como un pecado cuando se trata de un código penal.
¿En qué parte del mundo hay normativas de esta naturaleza que no sancionen? ¿Los ahora puritanos del derecho esperan que este código sea una bendición para los delitos y para los delincuentes? Si durante mucho tiempo aguardaron por una reforma al sistema de justicia, ¿acaso no esperaban un código penal acorde a este siglo?