No es una exageración, las pruebas están ahí, y la historia -con la sabiduría que otorga el tiempo- dará su mejor testimonio de esa realidad. Es claro que aquellos que supuestamente registran la historia son esos medios que han trabajado para construir la plataforma y la tarima de los llamados golpes blandos. En otras palabras, sus estrategias, montajes, mentiras y verdades a medias no han cesado en su afán de deslegitimar a personajes y  gobiernos populares. Hay errores en la gestión del gobierno, nadie lo niega, pero esos errores deben ser examinados en su verdadera magnitud. En Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela y Ecuador hay una fuerte corriente orientada a realizar cambios en la economía y en la estructura social. Y en eso han trabajado los gobiernos de estos países, pero, paralelamente, las fuerzas derrotadas en elecciones democráticas no han parado de confabularse para minar su legitimidad y para ello han contado con un fuerte aparato mediático, que no se ha detenido un solo minuto. Ese aparato incluye a medios tradicionales, a supuestos analistas y articulistas, a plataformas web, a redes sociales y a un sinnúmero de ONG financiadas por territorios bien identificados. De allí que el mayor error cometido en Brasil es haber dejado que la prensa actúe impunemente, sin regulación alguna y a favor de grandes grupos empresariales, que son sus verdaderos gerentes. (O)