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Con un inusitado fervor ahora determinados alcaldes invocan la libertad. Uno en particular lo hace como si todas sus administraciones pasadas las hubiese vivido sometido o entre rejas. Ha hecho lo que ha querido y no lo que le correspondía con su gente.
Todos los alcaldes electos están ahí gracias a un sistema democrático y electoral con reglas claras y gran transparencia. Ninguno habla de fraude. Demandan libertad como si no la tuvieran.
¿Eso prueba sus contradicciones o que algo pretenden inventarse para justificar determinadas acciones políticas y/o limitaciones en su gestión? Lo que sea, prueba que la confluencia y coincidencia de discursos libertarios en plena democracia, con absoluta libertad, es un ardid que contradice su existencia política.