Si una sociedad vive bajo la plena garantía de sus elementales derechos humanos hay muchas posibilidades de un desarrollo y bienestar dignos. Y para alcanzar ese estado hay que generar las condiciones políticas, jurídicas, económicas y sociales. De otro modo no tiene mucho sentido hablar de bienestar y menos de desarrollo en su más amplia acepción.
Por eso, al conmemorar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, vale la pena advertir que la construcción de una sociedad equitativa y justa pasa por eso. Incluso las más altas y nobles libertades tienen sentido en la garantía de los derechos básicos para que los ciudadanos puedan expresar sus demandas. En América Latina, por lo visto en esta última década, los derechos humanos tienen mejores garantías.