Ya van dos semanas de protesta y la respuesta es el silencio. Todo por el acoso de los guardias metropolitanos a los no videntes que trabajan en las calles, agremiados en la Asociación de Ciegos y Amigos de los Ciegos del Guayas. El alcalde de la ciudad de Guayaquil, Jaime Nebot, se ha “cegado” en este tema. Y también se ha vuelto “sordo”, sabedor de que en su jurisdicción ocurren estas irregularidades que ayer tuvieron una respuesta de la Corte Provincial de Justicia. La resolución del Juez Quinto de la Niñez y de la Adolescencia es que los ciegos tienen derecho al trabajo, como lo consagra el artículo 325 de la Constitución. Y por lo mismo Nebot debe corregir lo que hacen los guardias metropolitanos, además de pedir disculpas públicas por lo ocurrido, que no solo afecta a personas con capacidades especiales sino al espíritu que él mismo reclama para otros problemas, que no son de su jurisdicción. Él no debe olvidar que sus subordinados decomisaron la mercadería de los vendedores, el pasado 19 de julio, en la intersección de  las avenidas Nueve de Octubre y García Avilés. Por lo mismo, debe considerar que la ciudad de Guayaquil no solo es digna y altiva porque en sus discursos lo señale, sino porque hay gente honesta  que labora y engrandece con su trabajo la economía local y la de sus familias. Parecería que en la Alcaldía porteña no hubiese  un espíritu solidario, tolerante y de respeto a las personas con capacidades especiales porque, incluso, no ha desarrollado ni obras ni políticas para mejorar su calidad de vida, favorecer su movilidad y, por último, el acceso y derecho al trabajo, tal como ocurre con los ciegos. Ojalá pronto esto pase a ser un capítulo deplorable de la historia y sea el motivo para impulsar procesos mucho más incluyentes para garantizar una convivencia pacífica, humanitaria y solidaria con todos los que hacen esta ciudad indomable.