Hay varios defectos en Barack Obama, pero nadie puede dudar de su integridad personal, su origen humilde y un compromiso con su propio país bajo la lógica hegemónica que lo gobierna. No se le va a exigir lo que no corresponde a su visión política y al modo de gobernar del Partido Demócrata. Pero tal cual como van las cosas en el proceso eleccionario estadounidense, con un candidato con una xenofobia inocultable, un racismo abierto y un potente postulado pro imperialista, no cabe duda de que Obama quedará como uno de los mejores líderes del presente siglo para EE.UU. y para el planeta. Y nos ocupamos del tema porque, de cualquier modo, quien sea el futuro mandatario también incidirá en el devenir del planeta y, en particular, de América Latina. No será fácil tener alguna relación diplomática con un político que quiere imponer muros en las fronteras y definir políticas de expulsión para los ciudadanos del mundo. Por eso es clave entender el cambio de época que ocurre en nuestros países y reflexionar sobre el modo de asumir la relación con la mayor potencia militar y económica. (O)