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Podría revelar una gran capacidad de consumo, evidentemente. Lo cual de por sí no es malo ni bueno y más bien podría considerarse un signo de la buena salud económica de Ecuador. Lo que sí hace falta es entender en qué gasta la ciudadanía y si eso muestra cómo se expresa la cultura de consumo y si va dirigida a fortalecer otra cultura o la consumista que propone el mercado por encima de cualquier otro interés social.
De todos modos, ahora hay un estímulo al consumo que deriva en un empuje a la producción y una mejor calidad de vida de los ecuatorianos. Por supuesto, cambiar los patrones de consumo, para no solo someterse al mercado, también va de la mano de un cambio de mentalidad para apuntalar, de verdad, otro paradigma para construir colectivamente el Buen Vivir.