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No hay cómo dudar del rol agencioso con el que actúan ahora ciertos periodistas y medios. Los primeros porque hacen preguntas para “tirar la lengua” a favor de sus posturas y no en la búsqueda de información. Se nota que la complacencia ahora es el ejemplo que quieren dar a sus colegas. Los segundos porque, en vez de proponer a sus lectores investigación para aclarar el rol de cierta agencia, se complacen en hablar de ella sin mencionar que este diario ha publicado una investigación de fondo, por varios días.
Ya no da tristeza, a veces causa rabia, que a una investigación se responda corriendo detrás de los supuestos afectados, como sumisos siervos de viejos imperios. ¿A eso no le llamaban en la ortodoxia periodística oficio de cortesanos? ¿No son esos medios y esos periodistas los que quieren dar ejemplo de transparencia y dignidad profesional publicando reportajes manipulados, descontextualizados y sin contrastar con los “inculpados”?
Expeditos y muy prestos fueron al embajador. No dudaron en tenderle la página y abrirle todo el espacio sin una pizca de la misma “rigurosidad” que usan para otras fuentes “oficiales”. Tampoco les da vergüenza, ya la perdieron cuando se asumieron como actores políticos y ahora definen su agenda mediática en función de favorecer a ciertos candidatos, usarlos como su pantalla y hasta sirviéndose de ellos para conseguir información “confidencial”.
Que sirvan de ejemplo esas entrevistas, en las facultades de comunicación, para enseñar lo que no debe hacer un periodista: agachar la cabeza, ofrecer el periódico y agradecer a una fuente que deja todas las dudas y no aclara nada a la opinión pública. Ahí están para que la academia las analice y las contraste con los mejores ejemplos de entrevistas periodísticas de verdad, que ayudan a la ciudadanía a entender qué pasa en el mundo.