Falta mucho camino por recorrer en la democratización de la comunicación de Ecuador, pero con lo hecho hasta ahora ha sido bastante. Y falta porque los medios privados y comerciales tienen ahí un rol decisivo y preponderante. No puede ser que se maneje con estricto sentido mercantil buena parte de esas entidades periodísticas y por ello abandonen algunas responsabilidades públicas del servicio informativo.   

De ahí que la puesta en marcha de las emisoras de las nacionalidades indígenas, impulsada por la Secretaría de Pueblos, abre un capítulo importante en la historia de la comunicación del país. No es cualquier acto: si lo miramos en perspectiva sabemos que es el primer paso para una transformación de la comunicación y con un hondo sentido cultural. De entrada hay que advertir que contar con radios en la misma lengua de las nacionalidades evita que ésta desaparezca como ya ha ocurrido aquí y en otras partes del mundo. Y también genera procesos de servicio para sus comunidades que dependen mucho de los mestizos, con toda la carga de exclusión y marginación que ello provoca.

Siendo el primer paso hacen falta otros fundamentalmente alrededor de la capacitación y entrenamiento, no para reproducir moldes o modelos occidentales, sino para construir procesos comunicacionales desde las mismas ópticas de los pueblos beneficiados de las frecuencias.

Más adelante habrá ocasión de verificar el significado y sentido de lo que estamos viviendo en estos tiempos en el campo de la comunicación. Una lucha de décadas de comunicadores, periodistas y académicos se concreta con estas acciones que son producto también de la demanda de esas nacionalidades. Y con esto, además, se concreta y se hace realidad ese postulado constitucional de la interculturalidad.